miércoles, 3 de septiembre de 2008

Esperar en Dios... hasta cuándo?

He aquí, he comenzado a darte... comienza pues a poseer (Dt 2:31)

Muchas veces la Biblia nos habla al respecto de esperar en el Señor. Todo el énfasis que le diéramos a este punto nunca ser suficiente. Fácilmente nos sentimos impacientes ante la demora de Dios. Gran parte de nuestras aflicciones provienen del apuro. Es  como si no pudiésemos esperar el fruto hasta que madurase, y quisiésemos cosecharlo verde. No logramos esperar por la respuesta de nuestras oraciones, a parte que a veces sean necesarios largos años de preparación para que aquello que pedimos llegue a ser nuestro. Somos exhortados a andar con Dios; muchas veces, Dios, a nuestro parecer,  anda muy lento. Con todo,  la lección tiene otra cara: Dios frecuentemente espera por nosotros.

Varias veces dejamos de recibir la bendición que él preparó para nosotros, porque no estamos avanzando con él. Así es como perdemos muchas bendiciones por no esperar en Dios, también por esperar fuera del tiempo. Hay ocasiones en que nuestra fuerza se revela al hecho de permanecer quietos, mas hay también ocasiones en que debemos avanzar con paso firme.
Muchas promesas de Dios están condicionadas a un comienzo de acción de nuestra parte, esto es, cuando comenzamos a obedecer, Dios comienza a bendecirnos. Grandes promesas fueron hechas a Abraham, pero ninguna de ellas podría haber sido alcanzada si él hubiese quedado esperando en la ciudad de Ur de los Caldeos. l tuvo que dejar el hogar, los amigos, a los padres y salir por caminos desconocidos, continuar avanzando en constante obediencia, a fin de recibir las promesas. Los 10 leprosos recibieron la orden de ir a presentarse al sacerdote, y, yendo ellos, fueron purificados. Si hubieran esperado para ver la purificación en sus cuerpos antes de que saliesen, nunca la hubieran visto. Dios estaba esperando, para purificarlos; y en el momento que su fe entro en acción, la bendición vino.
Cuando los israelitas estaban sin Salida, perseguidos por el ejército junto al mar rojo, Dios les ordeno que marchasen. Su deber no era esperar mas, pero si levantarse de sus rodillas y avanzar en el camino de la fe. También en otra ocasión recibieron orden de mostrar su fe, avanzando delante del Jordán cuando sus aguas corrían y transbordaban por sus orillas. Ellos tenían en la mano la llave para abrir la puerta de la Tierra Prometida, pero la puerta no se movería, mientras no se acercasen a ella y la quitasen.

Aquella llave era la fe. Nosotros somos colocados delante de ciertas batallas. Decimos que nunca seremos victoriosos; que nunca derrotaremos a aquellos enemigos; pero, cuando entramos en el conflicto, alguien se acerca y lucha a nuestro lado, y por medio de él somos mas que vencedores. Si, temiendo  y temblando, hubiésemos quedado en espera de la manifestación de nuestro ayudador, antes de entrarnos en la batalla, hubiéramos esperado en vano. Dios está esperando para derramar ricas bendiciones sobre nosotros. Avancemos confiadamente y tomemos lo que es nuestro. Yo he comenzado a darte, comienza a poseer. 
Oremos: Señor danos discernimiento para que sepamos la hora de esperar por Ti y la hora de proseguir Contigo. La única certeza que tenemos en el momento es que somos totalmente dependientes de Tu amor. En nombre de Jesús. Amén! Dios nos bendiga!

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